En nuestro país, las pymes y los autónomos representan más del 99% del tejido empresarial, es decir, más de 2,7 millones de empresas.
Debido a esta cifra tan relevante para el mercado nacional, no es difícil saber que la pandemia del Covid -19 haya afectado negativamente tanto a la productividad, a la facturación como al empleo de la gran mayoría de las empresas y trabajadores que las conforman.

La crisis sanitaria ha provocado una crisis económica que desde hacía tiempo no veían los mercados
Nadie podía esperarse a finales de 2019 que el 2020 no iba a ser un buen año, todo lo contrario, las previsiones de eran de crecimiento.
El problema de muchas empresas es la liquidez, van al día con márgenes reducidos en muchos sectores por lo que muchas de ellas al no tener un colchón financiero que les daba tranquilidad, han provocado el cierre de las actividades, sobre todo las relacionadas con el sector turístico. La caída de las ventas se traduce en impagos de alquileres, hipotecas, préstamos, pagos a proveedores e insolvencias para hacer frente a las amortizaciones de los productos a corto y a largo plazo.
A pesar de que el Gobierno haya aprobado una serie de medidas para reflotar esta situación, éstas no han sido suficientes para llegar a todos los negocios y personas que las han necesitado. Los préstamos y las pólizas avaladas por ICO han servido, sí, pero es un dinero que al final se deberá devolver y desafortunadamente no todos podrán.
Es importante salir de esta crisis con una cultura financiera más potente que la que tenemos actualmente.
Muchas empresas saben comercializar sus productos y sus servicios, pero a nivel financiero les falta formación y asesoramiento profesional para poder ejecutar correctamente un plan financiero que tenga en cuenta varios escenarios posibles para tener un plan B en situación como las que nos están tocando vivir.
Las consultorías financieras, las gestorías y los bancos tienen un papel clave en este asunto, dado que, son los que cuentan con profesionales que tienen experiencia al tener muchos clientes, cada uno con sus problemas, pero también repetitivos y que saben lidiar con este tipo de contexto.
Una estructura de empresarial mal diseñada es lo que provoca que una empresa cierre antes que otra, a pesar de que pueda facturar mucho más.
Cada empresa tiene unas necesidades financieras diferentes y hoy en día, existen soluciones de todo tipo tanto a nivel bancario como no bancario para no caer de nuevo en los mismos errores. Podemos contar con las Fintech, fondos de inversión y otro tipo de financieras que nos puede facilitar esa mejora en el pasivo de nuestra sociedad.
En ocasiones las sociedades no necesitan realmente pedir financiación terceros, es posible que realizando un estudio íntegro de las empresas puede que, al cambiar el modelo de negocio, ciertos hábitos a nivel operativos, financieros o comerciales puedan ahorrarse mucho dinero y estructurar posteriormente una tesorería suficiente para hacer frente a sus obligaciones financieras.
El exceso de apalancamiento, es decir, una deuda superior a la que pueden hacer frente, concentración con clientes o proveedores, o trabajar únicamente con fondos propios, son algunas de las situaciones que se deben evitar.
En España las empresas suelen depender de una, dos o tres entidades financieras, esto puede generar un grado de dependencia alto y que dependiendo del apetito de riesgos de cada entidad y en qué momento se pida, puede hacer que las previsiones que tenga el autónomo/a o el empresario/a no se cumplan como esperaban y hayan de correr a otras alternativas y no puedan negociar ni las condiciones financieras con las que se firma la operación.
En estos meses hemos podido ver también otra fuente de financiación interesante para las firmas, me refiero a las emisiones de deuda pública y privada para conseguir la liquidez que necesitan para seguir con la actividad.
Algunas empresas no buscan emitir deuda para financiación su actividad, también ejercen esta opción para reestructurar deuda con el fin de reducir riesgo.
Si las pymes complementan la financiación bancaria y no bancaria tienen más alternativas para seguir con su actividad, diversificar riesgo, esto contribuye a que se profesionalicen y que tengan acceso a los mercados.
Siempre se ha de buscar la opción de valor más conveniente para la firma, para sus empleados y sus accionistas.
Como decía Greenbalt: “Elegir acciones concretas sin tener ni idea de lo que buscamos es como correr por una fábrica de dinamita con un fósforo encendido en la mano. Es posible que salgas con vida, pero seguirás siendo un idiota”.
Alex Pardillos, Director Desarrollo de Negocio en Phyxius Corporate